Saquen una hoja. Esto no es un examen. Sólo es un simple ejercicio para ver dónde estamos haciendo foco. A qué circunstancias de nuestra vida le estamos otorgando mayor atención. Qué cuestiones estamos haciendo significativas, identificándolas como responsables de nuestro malestar.
Al hablar de cuestiones, siempre las ubicamos afuera. Es eso del afuera que tan hostil se impone, haciéndonos la vida amarga. ¿Es el dinero que no alcanza para lograr tener una vida más relajada? ¿Es tu salud que no permite que estés feliz? ¿Son problemas de relación? ¿Te sentís solo, rechazado, no querido?¿Es la tristeza que permanece ahí y no se va nunca como una escenografía estática que siempre te acompaña? Hacé una lista. Tomate unos minutos para describir qué cosas sentís que impiden tu bienestar.
¿Listo? Seguramente, cuando te diga que esos problemas no existen, vas cuanto menos a largar un ¡Pfffff! No tenés idea de cuan dificil es esto. O cuanto intentaste resolverlo sin llegar a ningún lado. «Es muy difícil». «Es imposible». «No puedo». Son quizá las respuestas que más he escuchado cuando ante una determinada situación considerada «problemática» ofrecí una perspectiva diferente.
Lo más problemático de los problemas es que no estamos dispuestos a abandonarlos. Y no hablo siquiera de solucionarlos. ¡No estamos dispuestos a abandonarlos como problema! Hipócrates decía o al menos han dicho que decía, que no hay sanación posible si no estás dispuesto a soltar aquello que te enfermó. Aquí es necesario hacernos esencialmente dos preguntas ¿Dónde está el problema? y ¿Qué o quién origina el problema?
El «dónde» no es menor en la cuestión. Tendemos a creer que todos los problemas están fuera de nosotros. ¿Si te dijera que esto es estrictamente al revés? Que casi todas las situaciones que consideras problemáticas en tu vida están dentro tuyo, más exactamente en tu mente? Pongámonos íntegros. Y con integridad me refiero a ser estrictamente honestos para con uno mismo. Ni siquiera debes serlo con los demás, no es un tema moral. ¿Es tu jefe el que te arruina los días o son todas las consideraciones que tenés en torno a tu jefe, que te hacen llevártelo a casa cada día, acostarte y despertarte con él dando vueltas por tu mente? Por más que sea un jodido, claro está, hecho recontra fáctico, es tu mente que pone el foco en ese rasgo de tu jefe en virtud de una serie de expectativas tuyas. Son tus expectativas que él sea un lider motivador y agradecido, son tus expectativas que esperan que haga determinadas cosas o no. Son tus expectativas de que sea todos los días un jodido de mierda y que no cambie.
Lamento decirte que el problema no es el completo desgraciado de tu jefe, sino todas las expectativas que tenés en torno a cómo un jefe debería ser tan bueno como un papá. (Un papá bueno por supuesto). Y qué expectativas tenés para con un papá. Espirales de expectativas anudadas se expanden en ese deteminado problema con tu jefe. ¿Ves como funciona?
Ahí es dónde decimos que el situar dónde está el problema es fundamental. Una vez que apagas las expectativas, que son mentiras que consideras como verdades sobre las cosas, los problemas realmente desaparecen. El problema deja de existir como tal. Se disuelve, ni siquiera tenemos que embarcarnos en el engorro de resolverlo.
La otra cuestión gira en torno a la fuente, qué o quién lo origina el problema. Qué alimenta la existencia de esa situación que consideramos problema, qué lo sostiene como real. Definir un problema es definir las reglas sobre cómo se comporta y delimitar el área del problema. Implica que por una serie de juicios vamos a explicarlo como un problema y en base a eso buscaremos sus posibles soluciones. Soluciones lógicas y consistentes desde el sistema de creencias que tengamos. Soluciones que se desprenden de un problema delimitado falazmente, por ser estrictamente particular. La no universalidad del problema lo desnuda en su origen como una consideración meramente particular sobre una determinada situación. Es sólo una lectura posible desde un sistema de creencias particular. Algunas situaciones son consideradas problemas a nivel cultural porque son muchas creencias consensuadas las que lo avalan como tal. El problema está guionado hasta en su emocionalidad. Todas las emociones y sentimientos que giran en torno a él ¿Los sentimos en verdad o lo hacemos sólo porque la regla cultural exige que debemos sentirlos? Ante un jefe complicado el manual indica sentir enojo, frustración, tristeza. ¿Pero esto es necesario realmente? El guión nos dice que es normal sentir eso. Y lógico, decimos, como no vas a estar así con lo que te pasó. Intentando además captar adherentes a nuestra particular manera de ver las situaciones. Más justificaciones, más consenso. Recuerdo a Julio Cortázar y sus instrucciones para llorar, dar cuerda a los relojes o para subir una escalera.
Tenemos una serie de instrucciones consensuadas hasta para sentir, porque no siquiera sentir es natural al ser por mucho que parezca el «si lo siento es real».
¿Es natural llorar en los entierros y reir en los cumpleaños? ¿Es verdaderamente natural? ¿Qué hay de natural en nosotros, seres hiperculturalizados? Todo esta intermediado por el consenso.
Por eso considero fundamental cuestionar también el origen fundacional de todo aquello que consideramos un problema, un malestar y de la manera en que lo consideramos.
¿Estamos ahí? ¿Estamos realmente allí, en la vida diaria? ¿Estamos actuando desde el presente descontextualizado o estamos reaccionando como está predicho, escrito, consensuado, en el guión que nos tocó jugar en este hoy y en esta cultura?¿Estamos ahí desde nuestro ser de consciencia o somos una mera fotocopia? ¿Qué realidad podemos crear si estamos obligándonos por contrato a ser lo que se espera que seamos?
Creamos la realidad desde la insconsciencia del decantado turbio de lo que consideramos que somos. Más no estamos ahí, cuando creamos la realidad de esa manera.
¿Estás ahi? Es una pregunta que nos expone en aquellos lugares en los que elegimos sobreactuar la vida fuera de nosotros mismos.¿Estás ahí? Nos invita a dejar de confundir el Ser con ese personaje que se ha consensuado para nosotros, ese traje de normalidad llamado Yo.
Ahora… Repasa la lista. ¿En cuáles de todos esos malestares estás verdaderamente vos?
