Babel de Consciencia

Advertencia: todo lo que leerás aquí refleja mi opinión sobre algunas cosas. Como es mi opinión y no tuya puede que tengas otra verdad. Bienvenidas sean todas las verdades, pues en ellas reconocemos que ninguna es absoluta.

¿Estamos condenados a no entendemos? Cuenta el mito que los sobrevivientes del diluvio comenzaron a construir una torre tan alta como el cielo mismo, Yahvéh se sintió insultado ante tal muestra humana de soberbia y minando el entendimiento solidario de la comunidad los separó creando múltiples idiomas. Nunca más lograrían la gesta, porque ya jamás volverían a entenderse. El resultado de ello fue una diáspora inducida por la diferencia del lenguaje. Aquel acto enmarcado en términos de Hubris griega, definido por el exceso y la arrogancia, se castigó con la confusión y la separación. Resulta peculiar que en el mismo lugar del mito de la torre, Babilonia, naciera la escritura. Habla y escritura, ambas, están ubicadas en el espacio temporal. Oraciones con Linealidad. Pensamiento con una métrica temporal. La mente asumió así la limitación del tiempo, que como toda limitación nos segmenta, delimita, separa. Fragmentada la herramienta entonces se percibe fragmentada la infinitud de nuestro ser. La mente se nos revela así como un programa estructurado por y en el lenguaje soslayando nuestra profunda conexión con el cosmos. Una vez nacidos prontamente ya nada podrá correrse por fuera de límites de la comunicación discursiva. Será nuestro sistema operativo instalado por default.

¿Qué ocurriría si nos saliéramos del programa?

Salir implicaría burlarse de la limitación de la mente, de la separación que impone el tiempo. ¿Qué tal si hubiera otra clase de manera de comunicarnos que trascendiera la linealidad del tiempo – Un aquí y ahora lo sé todo, de forma instantánea – sin el 1, 2, 3 del razonamiento?¿Nunca te ha sucedido que supiste algo sin siquiera tener que razonarlo? Las corazonadas están hechas de este material, pues no implican la complejidad del pensamiento. Consiste en un saber que está más allá de la mente y las palabras. Es casi mágico. Casi esotérico. Casi imposible de explicar bajo las reglas del razonamiento. ¿Cómo supiste lo que sabías sin siquiera pensarlo? Algo en nosotros sabe más allá de lo que estamos dispuestos a aceptar que sabemos. Con certeza. Con fe. ¿Por qué no hacemos culto de ese saber como lo hicimos con el «cogito ergo sum«? ¿Que tal si fuera MIEDO? Juicio de sentirnos incorrectos, de pensar erróneamente, de ser completamente e irremediablemente irracionales. Tememos que algo esté mal en nosotros. Tememos a ese saber, que vulgarmente fue llamado intuición, por siglos de descrédito y mala prensa. Nos han dicho que lo seguro y cierto era lo razonable. Entonces consideramos «razonable» mantenernos alejados de los arrebatos disparatados de la sinrazón, no fuera cosa que termináramos por descubrir esa marca inefable del creador dentro nuestro. Si hay una variable constante responsable del éxito de nuestro sistema de creencias fue el miedo al castigo. KATASTROPHE. Caída. Vector disciplinante y contagioso que nos mantiene a raya del caos creador de la Torre de Babel, del camino directo (sin escalas ni intermediarios) al cielo. El miedo nos ha cercenado la consciencia (en tanto recuerdo) del Dios que llevamos dentro. El miedo lo ha puesto afuera y en las alturas. El miedo nos ha hecho sentir indignos de nuestro Poder y no merecedores de nuestra Gracia. Quizá en Babel perdimos la conexión de la Unidad. Quizá en Babel perdimos el potente impulso creador del Amor

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